viernes, 30 de diciembre de 2016

Un poco de historia de mi poema favorito



William Ernest Henley nació en 1849 en la ciudad inglesa de Gloucester, y siendo niño, sufrió tuberculosis, de la que como secuelas le quedaron un año entero recuperándose en Edimburgo y la amputación de una pierna. En Edimburgo Henley comenzó a escribir poemas, fue critico y editor de la Revista de Arte (1882-86), y del Scots Observer desde 1889. En 1891 dicha revista se transformó en el National Observer y fue transferida su sede a Londres, desde donde continuó publicándose siendo Henley su editor. La revista tuvo una indiscutible importancia en la literatura en inglés de la época, pues en ella vieron publicados sus primeros textos auténticos pesos pesados de las letras victorianas y postvictorianas: Thomas Hardy, Sir James Barrie (el creador de Peter Pan), George Bernard Shaw, H. G. Wells o Rudyard Kipling, entre otros. Junto a T. F. Henderson, Henley cuidó la edición centenaria de los poemas de Robert Burns.

Pero William Ernest Henley ha pasado a la historia de la literatura inglesa como poeta, y esencialmente por ser el autor de un poema incluido en el que fue su último libro, In Hospital, publicado en el mismo año de su muerte, ocurrida cerca de Londres en 1903. El poema se titula “Invictus” (escrito en el año 1875), y es el poema que Nelson Mandela se recitaba a sí mismo cuando llegaban los momentos peores a lo largo de su terrible cautiverio en prisiones sudafricanas por su lucha contra el racismo y el apartheid.

El título del poema es el que a su vez sirve de título a la última película del gran Clint Eastwood, en la que se narra la victoria de la selección sudafricana de rugby durante el mundial de 1995, y cómo esa victoria deportivo sirvió para unir a todo un país de negros y blancos en torno a una misma bandera, un himno, una ilusión, un futuro, un presidente, el propio Mandela.

El poema “Invictus”, de una belleza melancólica, victoriana, marmórea, impresionante, sobrecogedora, es un canto a la fe, a la libertad y a la resistencia humana enfrentadas a los momentos más desoladores, solitarios y terribles de la existencia. No es de extrañar que el poema fuera escrito por un hombre que fue niño condenado a la enfermedad y la minusvalía; y tampoco es raro que este poema le sirviera de guía y consuelo espiritual a Nelson Mandela mientras estaba encarcelado y era humillado y vejado por su ideas, por su compromiso ético con los suyos, consigo mismo.

El poema dice así el original inglés y en su traducción española: 

INVICTUS

Out of the night that covers me,
Black as the Pit from pole to pole,
I thank whatever gods may be
For my unconquerable soul. -
In the fell clutch of circumstance
I have not winced nor cried aloud.
Under the bludgeonings of chance
My head is bloody, but unbowed. -
Beyond this place of wrath and tears
Looms but the horror of the shade,
And yet the menace of the years
Finds, and shall find me, unafraid.
It matters not how strait the gate,
How charged with punishments the scroll,
I am the master of my fate;
I am the captain of my soul.
________________________________________________________________________________
 
Más allá de la noche que me cubre
negra como el abismo insondable,
doy gracias a los dioses que pudieran existir
por mi alma invicta.
En las azarosas garras de las circunstancias
nunca me he lamentado ni he pestañeado.
Sometido a los golpes del destino
mi cabeza está ensangrentada, pero erguida.
Más allá de este lugar de cólera y lágrimas
donde yace el Horror de la Sombra,
la amenaza de los años
me encuentra, y me encontrará, sin miedo.
No importa cuán estrecho sea el portal,
cuán cargada de castigos la sentencia,
soy el amo de mi destino:
soy el capitán de mi alma.


El salón de las puertas


Hace algún tiempo me encontre en la dificil tarea de abrir una puerta entre miles, recuerdo el salón principal inundado con aguas negras y cerca de mi una gran cantidad de gente sufriendo, caras marasmáticas, lágrimas en los ojos, violencia; un ruido que me aturdia y  no me dejaba pensar; sentía que no podia elegir que puerta abrir, llegué a sentir miedo absoluto, una sensación negra me recorria desde la cabeza hasta los pies, queria vomitar, no paraba de llorar y permanecía... la presión de elegir. Toque varias manillas pasando entre la desgastada muchedumbre la manilla de la puerta negra me daba pavor, no sentia seguridad en mi para abrirla era una manilla alargada, parecía envejecida, de la puerta emanaba un frio que se parecía al de las cavas de la morgue y de solo pensar abrir esa puerta me imagine sufriendo y llorando, siendo incapaz de soportar las calamidades que esa puerta escondía.

Toque mi pecho, ese que me dolía tanto, me sequé un poco las lágrimas mientras la suciedad infectaba las heridas de mis pies; en ese momento toque la manilla de la puerta rosa, era una pequeña manilla cuadrada, la puerta no era tan fría como la anterior pero... se escuchaban gritos constantes que hacían retumbar mi corazón, cada grito era un insulto y entre las palabras peyorativas, sollozos de dolor; pensé que podría resistir y abri minimamente la puerta, al observar en su interior, era un lugar de peleas abiertas donde yacían niños amortecidos en los pisos, era un llugar tan inmenso que sentí que no podia respirar y ahi... empezó el martirio.

Hubiese deseado mil veces quedarme en el salón principal una docena de meses mas tratando de recuperar el aire que le faltaba a mis pulmones y tratando de encontrar la calma; pero el hedor y la pudrición me empujaban a tener que tomar una decision, la gente de ese salon me decia que eligiera rápido y yo, sin energías llegué a desear convertirme en uno mas de los cadáveres que con mis pies tenia que separar, era tan triste y tan minúscula mi existencia que el sólo hecho de que mi cuerpo realizara sus funciones básicas era una razón de cansancio.

Las lágrimas no paraban de emerger de mis ojos negros como la noche, tan negros como aquellas noches de minusvalía emocional y fisica, dejé de peinarme, dejé de bañarme, dejé de vivir, era un cadáver  medianamente vivo que deseaba a diario morir, dejé de existir, una existencia anulada por no saber como tomar la decisión mas importante de mi vida, yo que siempre había sido brillante por primera vez estaba opaca como un espejo lleno de vapor donde nada se podia reflejar.

Pese a las presiones externas tuve que pedir un permiso especial para tocar la fina madera de la puerta marrón, ese permiso me fue negado en varias oportunidades y una parte de mi se alegraba de que así fuera; vi a un par de víboras que se acercaron a mi y mordieron mi débil y enfermo cuerpo, inyectando su veneno en mi y haciéndome recordar una y otra vez aquella puerta marrón.

Una mañana gris y fria mientras las paredes del salón principal se llenaban de moho recibí un llamado que me causó una sensación ambivalente, era un permiso para colocar mi mano sobre la madera de aquella puerta marrón, aquella madera estaba finamente labrada y al tacto era tibia, intenté escuchar a través de la puerta y sólo habia un silencio absoluto, decidí tocar la manilla, una manilla moderna de acero dorado con una extraña forma de serpiente, al abrir el pasillo era estrecho y cálido, extrañamente el agua sucia del salón principal no podia penetrar ese sitio, me quede en ese pasillo y cerré la puerta, la misma se bloqueó aunque yo no hubiese hecho nada para que asi fuera, me quedé atrapada en un pasillo al que mi corazón no pertenecía, dentro de ese pasillo había mucha gente, unos mudos, unos sordos y unos ciegos, la única que podía ver, hablar y escuchar era yo, habia un letrero que decia "si no emite sonidos atraparemos a mas jóvenes".

Aunque el silencio era absoluto, ese era un sitio sin normas, un sitio acefalo donde todos hacian lo que querían y nadie respetaba; yo no pertenecía a ese lugar, pero como estaba atrapado decidí hacer ruido y atravesarlo, me llené el cuerpo de cascabeles, me rapé la cabeza y me bañé en pinturas fluorescentes, pasé y todos los demonios que estaban ahi sabían y sentían mi presencia, temblaban ante ella y sentían un profundo odio hacia mi persona, un repudio que me hacía tan duro como un diamante; fue esa la primera vez que supe que era fuerte, en un lugar al que no pertenecía, en un lugar donde yo era diferente, donde mis enemigos se disfrazaban de amigos, donde los que querian acabar conmigo me hablaban con dulces voces y se hacían pasar por mis amigos, con dificultades tuve que aprender a controlar mi difícil temperamento y ser por primera vez políticamente correcto aunque por dentro mi corazón ardía; en ese pasillo mis conocimientos de guerra no servían porque las batallas se ganaban sólo con inteligencia, como en el ajedrez.

 Mis principios se mantuvieron intactos aun a pesar de las dificultades y de la contaminación espiritual que me rodeaba. Estando en el pasillo de la discordia como solía llamarlo, en el primer tercio del camino vi una hermosa puerta azul que emanaba una luz que me cegaba, al abrir la puerta, los demonios del pasillo no podian entrar, ahi no tenia que pelear batallas silenciosas, ahi no tenia que esperar que nadie me hiciera daño, las personas de ese pasillo eran buenas y al igual que yo, habian sufrido lo suficiente, sus cuerpos estaban marcados con la misma pintura fluorescente, habian eliminado los cabellos de su cabeza y llevaban cascabeles que sonaban fuerte, era el mismo uniforme de guerra que yo tenía, ése era el ejército al que pertenecía, un ejercito que entre los demonios tenia fama de amargura, pero que por dentro era hermoso, un ejército contra el que nadie podia y del que yo era un soldado perdido; el oficial de mas alto rango se me acercó con una taza de chocolate caliente y galletas y me ofreció una sonrisa, me dijo que había llegado al lugar al que pertenecía y que las dificultades halladas en el camino me iban a hacer amar mas ese lugar, pero que aún no estaba preparado para estar ahi; me hacia falta conocer mas sobre la lucha silenciosa y la única manera era atravesando los otros dos tercios del pasillo; sentí que el corazón se me partia, nuevamente no podia respirar, lloré y grité de dolor, no quería salir de ahi, pero estas palabras me calmaron "entraste por la puerta lateral solamente a cargar tus energías, los hombres grandes entran por esa puerta a descansar y por la principal para quedarse y la puerta principal esta al final del pasillo".

Yo que desconocía mi fuerza me habia impresionado de mi al saber lo fuerte que era y que sin saber había elegido el camino mas doloroso que se hallaba detrás de todas las puertas... así fue como sali de ese lugar y me preparé para mis batallas, me enfrenté a demonios que buscaban verme huyendo, sentí cansancio pero nunca cerré mis ojos, sentí tristeza pero me sequé las lágrimas, nada me podia abatir, nada me podía derrotar, era el dueño de mi futuro y todas las criaturas malignas iban a temer mas de mi que yo de ellas porque conocía mi destino, conocía mi futuro, y no dejaría que la presencia de esa maldad me detuviera a buscar la puerta azul principal...